El 9 de febrero de 1919 nació en El Paso, Cesar, Alejandro Durán Díaz, el hombre que años más tarde sería reconocido como el primer Rey Vallenato de la historia. Su nombre quedó escrito en letras doradas en 1968, cuando en la Plaza Alfonso López de Valledupar se celebró la primera edición del Festival de la Leyenda Vallenata y Durán, con su estilo inconfundible, se coronó campeón.
Un acordeón que hablaba por él
Durán provenía de una familia humilde, y desde niño aprendió a interpretar el acordeón como si fuera una extensión de su alma. En las parrandas de su pueblo se ganó el respeto por su capacidad de hacer sonar el instrumento con sentimiento profundo. Cuentan que, en una ocasión, al no tener acordeón propio, se escapaba con el de un vecino y lo devolvía antes de que amaneciera, para que nadie notara su ausencia.
Otra anécdota recuerda que, en sus inicios, lo llamaban para animar fiestas en fincas y caseríos, pero en lugar de cobrar dinero pedía alimentos: gallinas, queso o yuca. Para él, la música no era negocio sino vocación.
Premios y reconocimientos
- Primer Rey Vallenato (1968), reconocimiento que lo convirtió en referente del folclor.
- Invitado especial en diferentes festivales vallenatos dentro y fuera del país, donde era presentado como “El Negro Grande del Acordeón”.
- Su nombre quedó inscrito en la historia como símbolo de autenticidad y de los aires tradicionales del género.
Un legado que trasciende generaciones
Alejandro Durán se destacó en los cuatro aires vallenatos: paseo, merengue, son y puya. Obras como Altos del Rosario, Fidelina, La Cachucha Bacana y La Cosechita aún hoy son interpretadas por nuevas generaciones.
Su legado no solo se mide en canciones, sino en la manera en que dignificó el vallenato como patrimonio cultural. Durán representó al campesino, al hombre sencillo que convirtió sus vivencias en melodías inmortales.
Falleció el 15 de noviembre de 1989, pero dejó un camino abierto para que el acordeón se convirtiera en emblema de Colombia. Cada vez que suenan sus notas, se recuerda que antes de la fama y la industria, el vallenato fue poesía, nostalgia y tierra.